“Admirable fue el silencio total que hubo entre la multitud, cuando amplificada escuchamos la voz del Papa Francisco iniciando la Eucaristía.
Solo lo interrumpieron unos alcaravanes que en manada revolotearon entonando sus trinos sobre la gran masa humana”.
En las primeras horas de la madrugada del viernes 8 con familiares y amigos caminamos rumbo al sitio de la cita religiosa con el pontífice. Al final del barrio San Carlos lo guías nos indicaron por donde ingresar al iluminado sitio ceremonial, vasto terreno en cuya colina natural se veía la enorme construcción del altar.
Antes del amanecer una llovizna nos hizo poner las plásticas capas, muchas personas no llevaron, otras pocas ingresaron paraguas contraviniendo las previas recomendaciones. La lluvia antes que apabullarnos nos mantuvo energizados.
Al clarear, la oscura nubazón nos impidió ver el amanecer llanero del histórico día. La condición climatológica me puso pensativo por el asunto del vuelo papal. Tranquilidad tuve cuando supe que había iniciado viaje, mientras la llovizna menguó hasta desaparecer.
Colectiva fue la emoción cuando en las pantallas gigantes vimos las imágenes de la llegada del avión la Base Aérea de Apiay y más alegría hubo al ver al Papa Francisco en la puerta de la nave.
Más tarde la explosión de júbilo fue general cuando el jerarca católico montado en el papa móvil ingresó y recorrió el extenso terreno acondicionado para la ceremonia.
Las vistas aéreas del gentío participante dejaron ver que en sus prendas el color dominante fue el blanco, espontánea coincidencia pues no hubo previa recomendación para llevar ropas de dicho color.
Admirable fue el silencio total que hubo entre la multitud, cuando amplificada escuchamos la voz del Papa Francisco iniciando la Eucaristía.
Solo lo interrumpieron unos alcaravanes que en manada revolotearon entonando sus trinos sobre la gran masa humana.
Confieso que sublime emoción viví, al recibir la bendición papal arrodillado en la tierra aun húmeda de mi natal tierra. Fue una hermosa experiencia espiritual.
Mientras transcurrió la ceremonia analicé, que las miles de personas allí presentes fuimos a escuchar de viva voz los mensajes del Papa Francisco, lo que me llevó a concluir el asombroso magnetismo y liderazgo del máximo pastor del catolicismo.
La misa culminó sobre el medio día y hasta ese momento no afloró ningún síntoma de cansancio entre los integrantes de mi grupo, tampoco lo vi en los vecinos del lugar con quienes amenamente departimos durante más de doce horas seguidas.
Entre las cuatro ciudades incluidas en la agenda papal, sabemos que Bogotá y Medellín son las de mayor población nacional y que con Cartagena acumulan las mayores experiencias en realización de masivos eventos internacionales.
Visto lo anterior, la capital del Meta tiene características muy distantes de las que ofertan dichas ciudades. Sin embargo cumplió con los complejos requerimientos que la visita de un personaje de reconocimiento mundial demanda.
Al inicio de la crónica relaté el nocturno ingreso de cientos de personas por las calles del barrio San Carlos, sector vulnerable de la ciudad.
Ahora cuento que la masiva salida del ceremonial campo fue por el mismo sector periférico que ingresamos, hecho que nos permitió mirar detalles socioeconómicos del barrio, cuyos habitantes jamás se imaginaron que sus calles durante la noche del jueves 7 y el amanecer y mediodía del viernes 8, llegaran a ser tan concurridas con motivo de la visita del Papa.
Periféricos también son los barrios populares que el Papa transitó en su desplazamiento por el camino ganadero, rumbo al encuentro multitudinario.
Calculan que en las cuarenta y cuatro hectáreas dispuestas para la Eucaristía, entre peregrinos y locales hubo 650 mil personas, con predominio de gente joven.
La cifra coincide con el número de habitantes de Villavicencio. Así que en la misa campal estaba la suma total de los pobladores cotidianos de Villavicencio.
La televisión mostró que apenas se apagaron las turbinas del avión en la pista de Apiay, la música llanera sonó mientras el papa Francisco saludó a niñas y niños que lucieron trajes típicos.
Pero sin duda, los momentos trascendentales fueron durante toda la misa, cuando el folclor llanero estuvo expuesto al mundo con el repertorio religioso interpretado por músicos y voces más de tres centenares de artistas con tradicionales trajes.
Quizá antes el folclor llanero no tuvo la colosal audiencia de la mañana del viernes 8 de septiembre.
Las nueve horas de la permanencia del papa Francisco fueron suficientes para que la Colombia interior y todos los lugares de los cinco continentes que recibieron la señal de televisión, supieran que Villavicencio es una atractiva ciudad grande y fragmentada en su composición urbanística.
Además de las multitudes, los televidentes contemplaron los verdes paisajes de cordillera, piedemonte y sabana, ecosistemas comunes en sectores de Arauca y Casanare.
En resumen, se rompieron los imaginarios de muchas personas sobre la ciudad; así mismo, la capital del Meta se develó ante el mundo.
Nota: Esta crónica fue publicada en el periódico Eco Llanero de la Arquidiócesis de Villavicencio en octubre de 2017.
La rescato en el día y fecha de cuando el mundo no solo católico se enteró del fallecimiento del líder espiritual de multitudes: el Papa Francisco.
Enlaces de otros artículos relativos a la visita del Pontífice realizada en septiembre de 2017:
https://plapluma.blogspot.com/2015/04/seis-razones-por-las-que-villavicencio.html
El día que el Joropo tocó cielo: http://www.viveelmeta.com/oscar-alfonso-pabon-monroy-el…/
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Maravillosa recordación y gracias Excelentísimo Oscar. Como siempre, magistralmente narrada. Recuerdo que a ese inolvidable encuentro con el Papa Francisco, acudimos todos los hermanos de las comunidades del Camino Neucatecumenal de las diferentes Parroquias de Villavicencio. Fuimos con mi madre y familia. Llevamos el kit que se componia de un poncho con la imagen de Papa Francisco y capas para la lluvia. Con la familia llevamos polleros con bastimento, agua y la silla de ruedas para mi madre.
Fue una noche bella de oración, no sentimos cansancio, y con la agradable lluvia que nos refrescó.
Coincidencialmente a nuestro alrededor habian varias familias (algunos conocidos) de Arauca, San José de Guaviare, Yopal, Paz de Ariporo y Hatocorozal. Este encuentro con el Papa Francisco fue un regalo del cielo.