“Luego, parados junto a la rectangular y profunda boca de la fumarola con asombro y emoción fuimos testigos de un espectáculo natural inolvidable, al contemplar la expulsión de intermitentes chorros de caluroso humo de olor a tierra quemada”
En octubre de 2003 los caminantes Manuel Torres C., Carlos J. Lozano F, y quien esto cuenta nos interesamos para ir a buscar el sitio en donde desde lo lejos se veía salir humo en sector alto de la vereda Miralindo del municipio de Restrepo. Tomamos el empinado camino que pasa por el religioso sitio del Manantial.
El acceso fue difícil porque era temporada de lluvia así que no pudimos llegar al objetivo, pero nos conformamos al mirarlo en actividad desde lo alto, también para tomar fotos del nada común espectáculo de la naturaleza.
Para el segundo recorrido acordamos aprovechar la temporada seca. Así en los primeros días del mes de enero del año siguiente de nuevo bajo la guianza de Carlos organizamos caminata, esta vez subimos por el cauce de la quebrada Salinas hasta su nacimiento, luego escalamos la empinada ladera y alcanzamos el objetivo. A esta expedición se unió Humberto Ramos.
Con base en la sinigual experiencia quise contarla. Redacté una memoria que dos meses después fue publicada por el periódico Llano 7 días. A dicho artículo le di el título Viaje a la fumarola de Restrepo cuyo texto es el siguiente:
“Desde hace unos treinta años los habitantes del municipio de Restrepo han contemplado, en las lomas de la vereda Miralindo, una extraña emanación natural de humo que se incrementa en épocas de lluvias.
En aquellos primeros momentos el fenómeno geológico provocó alarma general y la radio metense alertaba sobre el posible surgimiento de un volcán. Cuenta Juan Herrera, antiguo vecino de la región, que la fumarola -como se le denomina popularmente- ha tenido varias apariciones en diferentes lugares y épocas; agrega que la ubicación actual, visible desde algunos puntos del casco urbano, la tiene hace aproximadamente dos años.
Para los restrepenses resulta muy normal este evento geotérmico, del que hoy no se conoce estudio científico alguno. Hace pocos días la curiosidad y la aventura llevó a un grupo de amigos conformado por Carlos Lozano, Manuel Torres, Humberto Ramos y quien les narra, a emprender un mañanero paseo hacia el sitio en referencia.
Como no hay camino, la ruta seguida fue el ascendente y empedrado cauce madre de la quebrada Salinas. Con paso de observadores del variado entorno mineral, luego de dos horas y media de recorrido sobre la margen izquierda del afluente pudimos coronar la empinada loma en que se sucede la emisión de gases.
Encontramos el suelo árido y agrietado, obligándonos a caminar con cautela sobre la vegetación quemada por el calor subterráneo y sin el menor rastro de vida animal.
Luego, parados junto a la rectangular y profunda boca de la fumarola con asombro y emoción fuimos testigos de un espectáculo natural inolvidable, al contemplar la expulsión de intermitentes chorros de caluroso humo de olor a tierra quemada.
Tanto la temperatura del lugar como el blanco humo que la brisa rápidamente esparce por la cuenca alta de la quebrada Salinas, fueron tolerados por la humanidad de los visitantes.
En cambio el cuarteado, hueco y frágil terreno, de unos 10 metros cuadrados, si provocó desconfianza, alertando el instinto de conservación de los integrantes de la novata expedición, quienes luego de saciar su curiosidad y de creerse los primeros en tiempos recientes en lograr tal hazaña de alto riesgo, satisfechos acordaron abandonar el área.
En su descenso los excursionistas lamentaron no haber tenido la precaución de llevar dentro del equipaje, léase avío, además de cámara fotográfica, también altímetro y termómetro”.
Posterior al artículo publicado, en la misma temporada seca emprendimos dos viajes más, una con el Agrólogo Pedro José Botero Z. Después en tiempos de lluvias con el Ingeniero Geólogo Carlos Ordoñez y sus estudiantes de la Universidad de Antioquia subimos por entre el afluente hasta su nacimiento. En esta oportunidad imposible nos resultó dificil escalar al sitio debido a que cayó intenso aguacero con tremenda tormenta eléctrica.
Así como al par de profesionales les informamos del evento natural, igual hice con mis estudiantes de Cátedra Orinoquia de la Unillanos. Recuerdo que dos grupos uno de Ingeniería Agronómica y el otro de Enfermería fueron por la ruta del Manantial. Después en clase rindieron informes apoyados con fotografías.
Volviendo a los profesores Botero y Ordoñez por aparte nos dijeron que lo que ocurría en la vereda Miralindo era un “géiser” originado por la falla geológica que pasa por el sector. Del mismo modo dijeron que las “fumarolas” son propias de regiones volcánicas, característica que no tiene la cordillera Oriental.
Pocos meses después de manera misteriosa se apagó el géiser de la cuenca alta de la quebrada Salinas de Restrepo. Misterio de la madre Naturaleza.
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