El ocaso de los caporales del verso

La poesía llanera, una de las manifestaciones más bellas de la cultura de esta parte de Colombia está en la penumbra, pero aún hay tiempo de salvarla.

Pocas veces, una de las expresiones del folclor llanero se ha visto inmersa en tantas adversidades como hace tiempo está la poesía, a tal punto, que no sólo es cada vez menos visible, sino que también es poco lo que se está haciendo para garantizar su continuidad.

Uno de ellos, y quizás el que más preocupa, tiene que ver con el declive de los declamadores pues, aunque tiempo atrás fueron los responsables de visibilizar la majestuosidad de los escritos de reconocidos compositores de poesía criolla como Miguel Ángel Martin, Héctor Paúl, entre otros, hoy de la mayoría queda sólo el recuerdo.

De hecho, al preguntar a diferentes gestores culturales del departamento por declamadores de renombre, surgieron nombres como Juan Harvey Caicedo y Rafael Martínez Arteaga ‘El cazador Novato’, quienes murieron hace ya varios años, y sin que hasta el momento haya alguien con el mismo nivel de trascendencia.

Aquí la discusión toma un giro inesperado con relación a si la poesía se viene declamando (uso de la voz, gesticulación y mímica) o recitando (lectura en voz alta con entonación, pero sin movimientos corporales).

Para Isaac Tacha, reconocido gestor cultural de Villavicencio, parte del problema radica desde la formación escolar, pues se ha perdido la tradición de enseñar a declamar a las nuevas generaciones, que, según él, buscan cada vez menos palabras para comunicarse, lo que va en contravía de la riqueza lingüística que conforma un poema.

A esto se suma que, ni el sector oficial ni privado, ofrecen programas de enseñanza en poesía regional, bien sea para componer o declamar, a diferencia de la música y danza llanera, que sí tienen academias incluso con categorías (infantil, juvenil y adultos).

Esta ruptura en la cadena de preparación es la que no está permitiendo garantizar un proceso a largo plazo, y por ello, como lo explicó el historiador Hugo Mantilla, sólo se toma en serio la declamación (o recitación) cuando hay festivales o concursos a los que les pueden sacar un rédito económico.

La precaria visibilidad, ya propiamente de la poesía llanera, se relaciona también con el aspecto comercial, que va desde la casi intrascendencia en los concursos, hasta el desinterés en producir audiovisuales que permitan un mayor consumo de las composiciones.

“Si no hay comercialidad no hay interés”, dijo Jairo ‘Topo’ Solano, experimentado periodista y gestor cultural al referirse a que las disqueras hoy prefieran inclinarse hacia la música ante la falta de intérpretes.

Al respecto, Tacha fue más allá al cuestionar a las empresas u operadores que contratan las instituciones para la realización de festivales culturales a nivel local.

“Hay instituciones dedicadas a trabajar con contratistas del espectáculo dejando atrás la herencia y la tradición, no se contrata al que sabe, sino con el que se pueda hacer negocio”, puntualizó.

En cuanto al componente artístico, hay unidad de criterios en la falta de innovación, pues en muchos casos sólo hay imitación de los estilos de sus antecesores sin imprimir un sello personal, lo que afecta la calidad de la poesía en cuanto a espectáculo, según el experimentado presentador de folclor y recitador de poesía llanera José David Oropeza.

Elías Hurtado, uno de los pocos poetas costumbristas que hay en el Meta, indicó que, aunque la producción se mantiene, hay otro factor que viene desdibujando la estética y es la falta de ensamblaje musical con la esencia del poema que, sumado a la falta de intérpretes, ha obligado a algunos poetas a asumir el rol de declamadores, situación que también ha favorecido opacar la imagen de varias obras.

Las salidas

Generar un proyecto formativo de poesía que involucre actuación, interpretación, expresión corporal y verbal y que también se incorpore la escritura, es una de las alternativas que los especialistas ven más viable para empezar a generar procesos de empoderamiento de los jóvenes hacia la poesía y su declamación. Esta propuesta estaría enfocada no sólo a las áreas urbanas sino también rurales.

La realización de festivales de poesía con connotación internacional, es otra de las apuestas que pueden devolver la relevancia a los versos vernáculos o costumbristas y a sus intérpretes.

Para el caso de Villavicencio, Edith Agudelo, directora de la Corporación Cultural Municipal de Villavicencio, indicó que este año se abrirán dos espacios para la poesía a través de la Feria del Libro y el Encuentro de Música Tradicional Llanera, y que a través del Ministerio de Cultura se vienen apoyando tres proyectos en esta área enfocados al folclor y enseñanza.

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